A tu soledad le concedería
la honestidad de un abrazo afectuoso,
reconfortándola con próspera amistad,
en la natural afección de un cariño silencioso.
A tu soledad,
le entregaría la compañía de este verso,
a la sombra del viejo hayedo,
en los aledaños del Paular.
Entre los alegres juegos de tus nietos,
a los cuales estás esperando achuchar,
a la hora de la siesta,
que es cuan contigo están.
Que le regalaría a tu soledad,
el cariño de tu hijo,
que tan orgulloso de su madre está.