Alborada no me ilumines,
mantenme en la opacidad,
más allá de la celosía del sueño,
dime morador de la duda,
mil y un rumor acaecidos,
por escépticos de la pasión,
dime tú que callas,
dime que la poesía a muerto,
y la hipocresía venció al amor.
Dime que si los poetas locos,
internados no compartieran su don.
No existiría belleza,
al no describirse el amor.
Dime que estoy cuerdo,
que la angustia se cobija en mi voz,
y tan solo veo a ciegas,
donde antes se escuchaba mi voz.