Sentado en la roja noche,
en indiscreción de mis pensamientos,
soñé con la tristeza de ser poeta.
Recorriendo las sendas de la suerte,
el destino me condujo a tu puerta,
y a base de preceptos,
mi desorientación puliste.
Con tu distancia me hiciste apreciar
la cercanía de las palabras,
y a base de instigación,
calaron en mi tus enseñanzas.
Pues no será para ti un gran poeta,
pero si para tu acólito,
a cual proporcionas caer en la cuenta,
de que amar la poesía y leer,
es ser de su senda el profeta.
Extracto de "La dualidad del ángel"