Yo como el sol,
no me pongo pijama para soñar,
pues no se sirven versos en tazas de plata.
El café Silva entre las hojas del periódico,
no como ayer por ser el primero.
Al merendar siempre después de la nevada.
el reloj se ovilló en las agujas de la escalera,
así que mañana no me levantare a abrirte.
El sol se despide del murmullo de la utopía.
que bonito es envejecer sin emanciparse.
Extracto del libro La dualidad del ángel