viernes, 2 de octubre de 2015




Retrato de un excéntrico

Sé que consto, pues allá me encuentro… frente a mi imagen en el espejo. Soy ese alguien de quien las lenguas hablan, engaño similar al de mi realidad.
No encuentro ya este tu punto de vista físico que me ata a la vida del yo de mi espejo.
Me juzgo como la apagada silueta que me intimida a través de esa fría mirada, mirada expectante que me comprende desde el odio. Odio a la derrota del olvido. Yo soy esa sombra apagada y permanente que cobra vida en el trascurrir de la mueca sonriente de mi excéntrico igual, pero ¿es tal quien soy?, -¡sí  soy! O soy tal cual esos ojos de mirada fija de reservada seriedad, tras de esa figura plana, la desconocida cara de mi otro yo, que actúa simétrico a mis gestos que de nuevo reparan en esa mirada, mi mirada, o ahora suya. Mirada profundamente sibilina y exinanida de realidad que apunta romper a llorar al menor instante. Me contengo… y la imagen intimidante incomoda a mi propio yo equidistante; ahora soy su yo, y yo quien invade la dimensión del espejo para escupir mas pensamientos. Pensamientos desconocidos de ese otro mi yo, mi cruel antagonismo irreal y paralelo,  le pregunto quién es y el sordo silencio me responde en la mente, soy tu vacío, tu dolor, tu ironía, soy tú o yo, qué importa, soy el mismo que te ve si tú me ves cuando me miras,-¡Resulta absurdo que esa imagen sea yo, pues no lo soy! pues solo es mi imagen en el espejo y su yo de el producto de mi imaginación frente al espejo...
Pero, si no fuera yo, sino el, y yo estuviera al otro lado atrapado y sonriente, desconocedor de su verdad, qué será de mi yo si mi yo no me perteneciera y solo fuera la imagen de la vidriosa cara del espejo. No hay mas frontera que el cristal con el que se mira y nos miran, pues somos la imagen que nosotros formamos de la verdad de los demás, pues el yo no importa, porque solo hablaran de mi otro yo, el que no vive en el espejo sino en la realidad de quien nos mira...